“No podemos seguir con prejuicios”
Emergentes de la escena punk de los noventa, el quinteto rosarino acaba de editar Salvaje, su séptimo disco de estudio. La placa refleja un cambio sonoro, y con la rotación de su corte Más y Más ganaron popularidad. Atrás quedaron las camperas de cuero y las caras pintadas que los integrantes de Bulldog supieron pasear por los escenarios porteños y tantos otros del interior. El presente los encuentra transitando el camino de las bandas de punk rock que quieren evitar la eterna repetición de sí mismos.
Salvaje cierra un proceso de transformación iniciado con El campo de los sueños (2002): las melodías se hacen más presentes y la fuerza de las guitarras se potencia con el progreso vocal. El entrevistado se muestra muy sereno. Sin embargo, se apura a responder que el cambio “fue un proceso natural” y no buscado, discurso usado por cualquiera que sabe que algunos de sus fans los repudiarán y los acusaran de vendidos. “Cuando sacamos el primer disco teníamos 19 años, obviamente teníamos otras cosas para decir que ahora que tenemos 35- argumenta Mantu-. A medida que vas creciendo vas trabajando mejor las cosas, es una evolución humana y musical, las letras también van cambiando. Todo va cerrando. Esta bueno llegar al punto donde te dicen ‘ah, este es el sonido del grupo’”. Gran parte de este progreso se debe a que por primera vez incorporaron un productor musical: el ex baterista de Riff Michel Peyronel, quien “trabajo más en el tema de guitarras que de batería”. Según el cantante “en este disco son más los arreglos que se suprimieron que los que se pusieron”. La responsabilidad, previo consenso, fue del productor: “Siendo dos violas, y viéndolo desde adentro, decís pongamos esto y esto, pero de afuera te aportan otra mirada. Estos sonidos también fueron muy bien logrados por Álvaro Villagra, el técnico de grabación. Puede ser que sea el sonido que ahora vamos a trabajar.”
Junto a grupos como Cadena Perpetua y Smitten, Bulldog forma parte de una serie de conjuntos provenientes del punk que este último año han logrado rotar en los grandes medios, y acercarse a nuevos públicos. Para Mantu, “el establishment” puede llegar a encasillar a los músicos por sus raíces y decir “a este no lo llamemos porque es punk”. “No entiendo como la gente podía decir '¡que simple que tocaban Los Ramones!', cada vez que los escucho les encuentro cosas diferentes”, se exaspera cuando habla de quienes no respetan el género. Él tiene su postura ante los prejuicios: “Creo que mientras evoluciones y sigas haciendo lo tuyo…nada más punk que te chupe un huevo lo que digan. Hago lo que tengo ganas. Si te gusta vení y sino no”. Participaron de festivales como el Pepsi Music en el que compartieron escenario con bandas de rock más tradicional como Las Pelotas y La Mancha de Rolando. Estos rosarinos intentan romper con las clásicas estructuras de tribus urbanas y lograr la tolerancia entre distintos públicos: “Nosotros queremos que venga el punk, el rollinga, el pelotero, el manchonero, que vengan todos y que dejemos los prejuicios de lado. Estamos en el 2007, no podemos seguir con prejuicios de que ésta banda hace esto y la otra lo otro. Tocamos y que sean todos bienvenidos”.
El quinteto, que completan Wily en guitarra y voces, Rata en el bajo y Adrián en batería, comenzó con un estilo compositivo más apegado al origen del estlo, para luego ir evolucionando. Las líricas adolescentes de chicas y alcohol fueron desplazadas por aquellas que despliegan sentimientos personales más profundos. “Tiene bastante bronca- cuenta Mantu sobre Salvaje- En muchos casos está hablado en primera persona, temas como Un, dos, tres o Más y más tienen letras como contestando, diciendo ‘dejame de joder, no me rompan más, estoy cansado de todo’. Pusimos mucho énfasis en las letras”. En el tema Fuerza y Pasión puede escucharse “es mas sabio recurrir a un libro que a un televisor”, un fragmento que refleja el mensaje de la banda hacia su público. Mantu explica que si bien tocan temas político-sociales, no encaran hacia ese lugar, sino que buscan contar historias “que hagan pensar a los jóvenes”. “Hoy en el rock tiene lugar la pelotudez de decir pavadas como ‘me fumo un faso’- afirma el rosarino-. Esas letras pueden llegar a ser divertidas, pero al final está bueno que la música diga algo. Los primeros que nos escuchan son los adolescentes, que están en un proceso de crecimiento y pueden encarar para el lado que vos les muestres. Una de las cosas que más me gusta es que las letras han tenido muy buena repercusión, llegan adonde queríamos”. En el disco hay una canción sobre la tragedia de Cromañón, algo que afectó tanto a jóvenes como adultos. “Los nuevos hijos del rock” tiene una mirada llena de dolor sobre el incendio, pero carga las tintas sobre una sociedad corrupta y pone en plano de víctima al rock. Con respecto a la composición relata: “La letra salió cuando lo veía por televisión el día después. Pienso que el músico crea cuando pasa algo sensible que lo toca, ya sea bueno o malo. Me afectó bastante. La letra me bajó de repente, la escribí y le puse la música. No está enfocado a que salga algo publicitado para promocionar el disco, está tomado como un tema más, desde el total respeto, desde el dolor, no para que la placa venda un poquito más. Espero que lo entiendan los padres”.
Bulldog muestra credenciales de grupo independiente, y busca reforzar su credibilidad en cuestiones como interminables giras por cada rincón del país. El tiempo dirá si el camino los lleva a establecerse en forma permanente dentro de la movida del rock nacional, o los devuelve al under en el que supieron cimentar las bases para este presente. Excusas más, excusas menos, el grupo conserva sus raíces y se planta con actitud frente a las críticas. Mantu parece tener claros los objetivos: “No tenemos un anhelo de querer tocar arriba de un camión en la (Avenida) 9 de julio. Quiero seguir haciendo lo que hago de la misma forma. Mostrarle mi música a un montón de gente más. Quiero que esto siga creciendo porque tenemos más para dar.”
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